16/1/14

TODOS SOMOS DISCÍPULOS Y MISIONEROS

(Jesús Bastante).- Los cristianos, como Pueblo de  Dios, son los que evangelizan. No el Papa, no los obispos, cada uno de los cristianos. Como Cristo nos enseñó, y como apunta el Evangelio que hoy comentó, durante la Audiencia General, el Papa Francisco: "Id y haced discípulos de todos los pueblos".
"Todos los bautizados estamos llamados a vivir y transmitir la comunión con la trinidad, porque es una perla a la participación en comunidad", porque "ninguno se salva solo. Seamos comunidad de creyentes, seamos pueblo de Dios", conociendo "nuestros límites y pecados".

Con el Bautismo, arrancó el Papa, "nos hacemos miembros del cuerpo de Cristo y del Pueblo de Dios". Como subrayaba Santo Tomás de Aquino, "quien recibe el bautismo se incorpora a la comunidad de fieles, y al pueblo de dios"
"El Bautismo nos hace miembros de un pueblo en camino, un pueblo peregrino en la historia", recordó Francisco, quien incidió en cómo la vida "se transmite de generación en generación", así como la fe, "que se propaga como un fuego que riega la tierra y pone en el mundo la bendición de Dios".
Desde Jesús a nuestros días: "Desde el tiempo en que los discípulos salen a bautizar, se inicia una cadena que llega a nuestros días. Cada uno de nosotros somos un eslabón de una cadena, un mismo río que fluye". "Debemos transmitir la fe a los niños, porque después ellos la podrán transmitir a sus hijos y entrar en un pueblo de Dios que camina y transmite la fe"
"En virtud del Bautismo todos nos convertimos en discípulos y en misioneros, llamados a combatir el pecado en el mundo", proclamó Francisco, quien insistió en que "la nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de todo el pueblo de Dios, de cada uno de los bautizados".
El pueblo de Dios es un pueblo de discípulos, porque recibe la fe, y misionero porque transmite la fe, señaló Bergoglio, quien volvió a recordar que "todos en la Iglesia somos discípulos y misioneros por toda la vida". "Todos, desde el más pequeño".
"Alguno podrá decir que el Papa sabe todo, que los obispos pueden, que el resto no sabemos... Pero si no somos todos discípulos, no podemos hacer el bien, no podemos transmitir la fe. Todos somos discípulos y misioneros. ¿Entendido? Esto es lo importante".
"Todos los bautizados estamos llamados a vivir y transmitir la comunión con la trinidad, porque es una perla a la participación en comunidad", porque "ninguno se salva solo. Seamos comunidad de creyentes, seamos pueblo de Dios", conociendo "nuestros límites y pecados".
Y todo ello en comunidad. "La fe cristiana nace y vive en la Iglesia. En el Bautismo celebramos la incorporación de un nuevo miembro a la Iglesia de Cristo y al cuerpo de Dios".
Al término de sus palabras, Francisco puso el ejemplo de la comunidad cristiana de Japón, que "sufrió una dura persecución en el siglo XVII, con numerosos mártires y miembros del clero, que fueron expulsados. No quedó en Japón un solo sacerdote".
Sin embargo, "la comunidad mantuvo la fe en la clandestinidad. Y cuando nacieron los hijos, los padres les bautizaron, porque todos podemos bautizar. 150 años después, los misioneros regresaron a Japón, y millares de cristianos salieron al descubierto. Porque el pueblo de Dios es el que  mantiene la Fe".

Estas fueron las palabras en castellano del Papa:
Catequesis completa del Santo Padre en español traducida del italiano:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El miércoles pasado hemos iniciado un breve ciclo de catequesis sobre los Sacramentos,comenzando por el Bautismo. Y acerca del Bautismo quisiera detenerme también hoy, para subrayar un fruto muy importante de este Sacramento: él nos hace transformarnos en miembros del Cuerpo de Cristo y del Pueblo de Dios. Santo Tomás de Aquino afirma que quién recibe el Bautismo es incorporado a Cristo casi como su mismo miembro y es agregado a la comunidad de los fieles (Summa Theologiae,III,q. 69,art. 5; q. 70, art.1). En la escuela del Concilio Vaticano II, nosotros decimos hoy que el Bautismo nos hace entrar en el Pueblo de Dios, nos transforma en miembros de un Pueblo en camino, peregrinante en la historia.
En efecto, como de generación en generación se transmite la vida, así también de generación en generación, a través del renascimiento de la fuente bautismal, se transmite la gracia, y con esta gracia el Pueblo cirstiano camina en el tiempo, como un río que irriga la tierra y difunde en el mundo la bendición de Dios.
En virtud del Bautismo nosotros nos transformamos en discípulos misioneros, llamados a llevar el Evangelio en el mundo (Exhortación Apost. Evangelii gaudium, 120). "Cada bautizado, qualquiera sea su función en la Iglesia y el grado de instrucción de su fe, es un sujeto activo de evangelización. La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados. (ibid.) el Pueblo de Dios es un Pueblo discípulo y misionero. Todos en la Iglesia somos discípulos y lo somos siempre, por toda la vida; y todos somos misioneros, cada uno en el puesto que el Señor le ha asignado.
Existe un vínculo indisoluble entre la dimensión mística e aquella misionera de la vocación cristiana, ambas radicadas en el Bautismo. "Recibiendo la fe y el bautismo, nosotros cristianos acogemos la acción del Espíritu Santo que conduce a confesar a Jesucristo como Hijo de Dios y a llamar Dios "Abbá" (Padre). Todos los bautizados y las bautizadas estamos llamados a vivir y a transmitir la comunión con la Trinidad, porque la evangelización es un llamado a la participación de la comunión trinitaria" (Documento final de Aparecida, n. 157).
Nadie se salva solo. Somos comunidad de creyentes, y en la comunidad experimentamos la belleza de compartir la experiencia de un amor que nos precede a todos, pero que al mismo tiempo nos pide que seamos "canales" de la gracia los unos por los otros, no obstante nuestros límites y nuestros pecados.
La dimensión comunitaria no es sólo un "marco", un "contorno", sino que es parte integrante de la vida cristiana, del testimonio y de la evangelización. La fe cristiana nace y vive en la Iglesia, y en el Bautismo las familias y las parroquias celebran la incorporación de un nuevo miembro a Cristo y a su cuerpo, que es la Iglesia (ibis., n 175 b).
A propósito de la importancia del Bautismo para el Pueblo de Dios, es ejemplar la historia de la comunidad cristiana en Japón. Ella sufrió una dura persecución a los inicios del siglo XVII. Hubieron numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y millares de fieles fueron asesinados. Entonces la comunidad se retiró en la clandestinidad, conservando la fe y la oración en el ocultamiento.
Cuando después de casi dos siglos y medio, los misioneros volvieron a Japón, millares de cristianos salieron a la luz y la Iglesia pudo reflorecer. ¡Habían sobrevivido con la gracia de su Bautismo! Y habían mantenido, aunque en secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el Bautismo los había hecho transformar en un sólo cuerpo en Cristo: estaban aislados y escondidos, pero eran siempre miembros de la Iglesia. ¡Podemos aprender tanto de esta historia!
Saludos en castellano
Queridos hermanos y hermanas:
En la catequesis de hoy, continúo la reflexión sobre el bautismo. Me detengo en este aspecto: el bautismo nos hace miembros de Cristo y miembro del Pueblo de Dios. El Concilio Vaticano II expresaba esta verdad insistiendo en que este sacramento nos incorpora al Pueblo de Dios; nos hace miembros de un Pueblo que camina a lo largo de la historia.
A través de la fuente bautismal, la gracia se transmite y el Pueblo de Dios camina en el tiempo, difundiendo la bendición de Dios. Cada uno de nosotros se convierte en un discípulo misionero. Por un lado, nunca dejamos de ser discípulos, de aprender, de recibir; por otro, estamos llamados a la misión, a compartir lo que hemos recibido, lo que vivimos: la experiencia de amor, de fe en la Trinidad. Estamos llamados a transmititr la fe. Nadie se salva por sí solo, y todos estamos llamados, a pesar de nuestras limitaciones, a anunciar a los demás la gracia recibida en el bautismo. Somos una comunidad, y vivir juntos nuestra fe no es un adorno, sino algo esencial de la vida cristiana, (...) del testimonio y de la evangelización. 
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Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los Padres Agustinos Recoletos y a las Religiosas de María Inmaculada, así como a los demás grupos venidos de España, Argentina, Uruguay, México y otros países latinoamericanos. Invito a todos a tomar en serio su bautismo, siendo discípulos y misioneros del Evangelio, de palabra y con el propio ejemplo. Que Jesús os bendiga y la Virgen Santa os cuide. Muchas gracias.