Si bien la expansión de los sistemas democráticos en el
mundo haría suponer un auge de la libertad religiosa, ésta no sólo no ha
crecido sino que, en la práctica, ha sido arrinconada. El clima crecientemente
hostil en que la misma se halla inmersa, ha sido identificado y reflejado,
entre otras fuentes, por el Informe de Libertad Religiosa de 2014 de la
fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS). Las últimas oleadas
migratorias desde Medio Oriente a Europa da cuenta de que cabe, cuando menos,
pronunciarse acerca de los efectos que la persecución religiosa causa.