El más encarnizado enemigo de la Iglesia primitiva se ofrece
con una disponibilidad sin límites al servicio de Cristo
Caminando a Damasco, ya se acercaba a esta ciudad, cuando de
repente lo cercó de resplandor una luz del cielo. Y cayendo en tierra oyó una
voz que decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?". Y él
respondió: "¿Quién eres tú Señor?". Y el Señor le dijo: "Yo soy
Jesús, a quien tú persigues, dura cosa es para ti dar coces contra el
aguijón".