1. Pascua de Resurrección, porque “murió y resucitó”
(Mt. 8,6).
Cuando
confesamos a Cristo resucitado no decimos simplemente que su tumba quedó vacía,
sino que vive para darnos vida.
Cuando
toda prueba se transforma en gracia, toda tristeza y sufrimiento en alegría,
todo pecado en perdón, cuando nos liberamos de todas nuestras esclavitudes y
pasamos de la muerte a la vida, es Pascua de Resurrección.