El Papa centró su homilía en el Evangelio del día, en que
los jefes de los sacerdotes preguntan a Jesús con qué autoridad realizaba sus
obras. Y explicó que se trata de una pregunta que pone de manifiesto el
“corazón hipócrita” de aquella gente, puesto que a ellos “no les interesaba la
verdad”, sino que sólo buscaban sus intereses, moviéndose “según el viento”:
‘Conviene ir por acá, conviene ir por allá…’ eran banderolas, ¡eh!, ¡todos!
Todos sin consistencia, dijo Francisco. Con un corazón sin consistencia. Y así
negociaban todo: negociaban la libertad interior, negociaban la fe, negociaban
la patria, todo, menos las apariencias. A ellos les importaba salir bien de las
situaciones”. Eran oportunistas: “se aprovechaban de las situaciones”.