Lluvia, viento frío y fallos en el metro, pero los jóvenes
llenaron Copacabana en la misa inicial
Llevan varios días por Río de Janeiro y sus alrededores.
Algunos hace semanas que están fuera de casa, como misioneros en distintas
poblaciones de Brasil o de los países vecinos. Algunos han realizado ya misas
conjuntas con sus compatriotas, como los más de 20.000 jóvenes argentinos.
Pero en la noche del martes por primera vez se reunieron en
un gran acto conjunto y se dieron cuenta de su cantidad y su variedad, sentados
(o de pie) en la arena mojada de la playa de Copacabana, bajo la lluvia fina y
molesta, soportando el fuerte viento, recordando que peregrinar significa
abandonar la comodidades buscando lo sagrado.
El metro no era como el de Madrid
No sólo las inclemencias meteorológicas acosaron a los
peregrinos. El metro, que en la JMJ de Madrid funcionó de manera impecable
todos los días, colapsó en Río ayer martes con una avería que dejó inutilizables
dos líneas durante dos horas, para desmayo de decenas de miles de peregrinos.
En varias estaciones de metro se dieron escenas extrañas de policías
repartiendo tiquets o sacando gente y bloqueando a la muchedumbre.