El Papa Francisco pide a los catequistas que «no se
apoltronen» en la comodidad y en la mundanidad
El Santo Padre Francisco presidió en la mañan del domingo en
la plaza de San Pedro, ante decenas de miles de fieles y peregrinos (unas
100,000 personas según agencia Zenit), la Santa Misa en ocasión de la Jornada
de los catequistas, que llegaron en peregrinación a la Tumba de Pedro para el
Año de la Fe.
Fue además una oportunidad para recordar el 20º aniversario
de la publicación del catecismo de la Iglesia Católica.
El Papa, en una vibrante homilía, habló directamente a los
catequistas, advirtiéndoles del riesgo de “apoltronarse en la comodidad” y en
“la mundanidad” de la vida. Esto sucede “cuando perdemos la memoria de Dios”.
Y el catequista es el que “custodia y alimenta la memoria de
Dios, como la Virgen María que, ante la obra maravillosa de Dios en su vida, no
piensa en el honor, el prestigio, la riqueza, no se cierra en sí misma”. Y así
es para todo cristiano, ha afirmado el Santo Padre: “la fe contiene
precisamente la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del
encuentro con Dios, que crea y salva, que nos transforma” y el catequista es
precisamente “un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no
para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su
amor y su fidelidad”.
Justo antes de la bendición final, monseñor Rino Fisichella,
presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización,
ha dado las gracias al Papa y ha mencionado especialmente a los catequistas
venidos de países como Vietnam, Haití, Nigeria, Siria, Turquía, donde son
"signo tangible que el cristianismo está vivo y el Evangelio continua
siendo anunciado".