Una reflexión sobre la llamada de todo bautizado a seguir a
Jesús
FERNANDO CORDERO MORALES, SS.CC. sacerdote y periodista | La
Solemnidad de Todos los Santos es una llamada a la alegría, a sentirnos
interpelados por tantos hermanos que nos precedieron y que disfrutan de la
presencia amorosa de Dios. Ahora es nuestro turno para recorrer el itinerario que
nos conduzca a la santidad, una santidad de la clase media a la que nos ha
invitado el papa Francisco en la entrega discreta del día a día, sin hacer
ruido y con un compromiso decidido por los últimos.
EDITORIAL: Santos con el espíritu del Vaticano II
Todo ello sin creernos nominados al Nobel de la santidad,
transitando la senda de la humildad y de la justicia. En esta ruta los santos
nos preceden, inspiran y acompañan en el camino, con María, modelo de fe en el
Amor, a la cabeza del grupo.
Al celebrar, al inicio de su pontificado, la eucaristía en
la Basílica de San Pablo Extramuros, el papa Francisco ha invitado a los
cristianos a vivir un testimonio callado y escondido en el día a día. “Hay
santos ocultos, una especie de clase media de la santidad, como decía un
escritor francés, esa clase media de la santidad de la que todos podemos formar
parte”, señala el Obispo de Roma.
El escritor francés al que alude Francisco es Joseph
Malègue, que dejó a medio terminar la novela Las clases medias de la santidad,
publicada en 1958. Para este novelista católico, a la hora de profundizar en
los fenómenos religiosos no hay que explorar solo el alma de los grandes
santos, los “santos de primera”, sino que “las almas modestas contaban también;
contaban además las clases medias de la santidad”.