Hay momentos de la vida en los que necesitamos un apoyo. A
veces porque fallan las fuerzas físicas, otras porque no se sabe exactamente
dónde se encuentra uno, otras porque el suelo está lleno de baches y agujeros y
parece que en cualquier momento quien camina terminará por tapar uno de
ellos...
En esos momentos, querríamos tener un bastón o un compañero
de camino que fuese para nosotros punto de apoyo, ayuda fiel para el momento de
dificultad y de prueba. Y, cuando lo encontramos, damos los pasos que nos
llevan a la meta con mayor firmeza, con arrojo, con confianza. Otro nos
sostiene. Un abuelo ayuda a caminar al nieto vacilante. Un niño acompaña a un
anciano a cruzar la calle. Hay apoyo. Eso basta.