El misterio de la Santísima Trinidad, más que para ser
entendido, es para ser amado y vivido en nuestro interior.
Se nos ha habituado a pensar que, al hablar de la Santísima
Trinidad, hemos de concebir algo totalmente oscuro e ininteligible. ¡Por algo
es un misterio! Más aún, es -por así decirlo- el misterio por antonomasia de
nuestra fe, el "misterio de los misterios". Pero, en vez de plantear
el tema en términos de raciocinio o de especulación teológica, yo prefiero mil
veces más tratarlo desde un punto de vista mucho más "humano" y
personal, si se me permite la expresión. No que la razón no lo sea. Pero yo
creo que es mucho más palpitante, cercano y vivencial cuando lo contemplamos
con el corazón y bajo el prisma del amor.