"Sólo la fe proporciona al hombre la audacia necesaria
para mirar a la muerte de cara"
Cada 2 de noviembre, los cristianos recordamos en la oración
y en el afecto a los difuntos, aquellas personas que hemos amado y que ya han
dejado este mundo. A pesar de su ausencia física, por la fe sabemos que la
muerte no tiene nunca la última palabra. De hecho, la muerte no es sino el paso
hacia la vida para siempre. La vida que no tendrá fin.
Hablar de la muerte siempre nos desborda. Sabemos de su
existencia, pero muchas veces nos da miedo. Por eso creo que son de una gran
pedagogía las palabras del oncólogo Rogério Brandao. Con 29 años de profesión,
este médico ha contado los dramas que ha vivido en relación con a la muerte,
tratando niños con cáncer.
En el hospital de Pernambuco, el Dr. Brandao conoció a una
niña de 11 años, que ya llevaba diversos tratamientos de quimioterapia. El Dr.
Brandao quedó impresionado por la madurez de esa niña. Algunas veces la había
visto llorar, pero la pequeña nunca se vino abajo.