¿Quiénes somos nosotros
para cerrarle las puertas al Espíritu Santo?, fue la pregunta recurrente
que el Papa Francisco repitió en su homilía de la Misa matutina, en la
capilla de la Casa de Santa Marta, este lunes, dedicada a la conversión de los primeros paganos al cristianismo.
El Espíritu
Santo -reiteró- es el que hace que la Iglesia vaya «más allá de los
límites, hacia adelante». El Espíritu sopla donde quiere, pero una de las
tentaciones más recurrentes de quien tiene fe es la de ponerle trabas en el camino y de desviarlo hacia una dirección, en
lugar que hacia otra.
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