12/6/14

Fiesta Santísima Trinidad

Entrar en la morada de Dios: Domingo de la Trinidad

Aquellos dos primeros discípulos le preguntaron a Jesús algo muy concreto: ¿dónde vives? (Jn 1,35). No cuál es tu programa, tu teología, tu idea de novedad para un cambio. Fue algo más elemental y más verdadero: ¿dónde vives, Maestro? Y él respondió lo que ya sabemos: venid y veréis. Fueron y se permanecieron con Él. 
La Santísima Trinidad no es un crucigrama para cristianos eruditos ni ningún raro teorema de tres-en-uno con nombre extraño. La Trinidad es esa casa de Dios que los hombres -sin Él- no logran construir. “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. Y es que, es imposible que se levante un casa cuando quienes la diseñan, la financian, la construyen y la venden, han despreciado la única piedra angular posible: “Jesús es la piedra que desechasteis vosotros los arquitectos y que se ha convertido en piedra angular”. Por eso sorprende ver que haya cristianos que sean tan incondicionalmente acríticos y tan sumisamente disciplinados para con los diseños y dictámenes de quienes hacen un mundo sin Dios o contra Él (y por tanto sin humanidad o contra ella), y sigan sospechando y vociferando contra quienes con verdad y libertad son las nuevas voces de los que siguen sin tener voz en los foros de nuestro mundo.