Hermanos obispos, Sr. Secretario General de la Conferencia
Episcopal, estimados galardonados, señoras y señores, amigos todos.
Asistimos en esta mañana a un acto ya tradicional pero
siempre emotivo como es la entrega de los Premios ¡Bravo! que, en este año,
alcanza su cuarenta y cuatro edición (cuadragésimo cuarta). Estos premios
quieren ser el encuentro amable de la Iglesia y los medios de comunicación para
reconocer el servicio imprescindible que cada uno de vosotros realizáis para el
bien común de nuestra sociedad. Cuando se instituyó este premio, allá por el
año 1970, se pretendía reconocer la meritoria labor de los profesionales de la
comunicación que se distinguen por el servicio a la dignidad del hombre, los
derechos humanos y los valores evangélicos. Es el mismo objetivo el que
perseguimos, tantos años después, con este acto.