La propia tarea bien hecha y ofrecida al Señor es medio para
acercarse a Dios y cristianizar la sociedad
opusdei.es.- Las luces y sombras de la época que vivimos están patentes a
los ojos de todos. El desarrollo humano y las plagas que lo infectan; el
progreso civil en muchos aspectos y la barbarie en otros...: son contrastes que
tanto san Juan Pablo II como sus sucesores han señalado repetidas veces[1],
animando a los cristianos iluminar la sociedad con la luz del Evangelio. Sin
embargo, aunque todos estamos llamados a transformar la sociedad según el
querer de Dios, muchos no saben cómo hacerlo. Piensan que esa tarea depende
casi exclusivamente de quienes gobiernan o tienen capacidad de influir por su
posición social o económica y que ellos sólo pueden hacer de espectadores:
aplaudir o silbar, pero sin entrar en el terreno de juego, sin intervenir en la
partida.