El Santo Padre, en la homilía de la misa de Pentecostés,
recuerda que la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través de la obra
redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo
(ZENIT – Ciudad del Vaticano). El Espíritu es dado por el
Padre y nos conduce al Padre. Toda la obra de la salvación es una obra que
regenera, en la cual la paternidad de Dios, mediante el don del Hijo y del
Espíritu, nos libra de la orfandad en la que hemos caído. Así lo ha asegurado
el papa Francisco, en la homilía de la misa de Pentecostés, celebrada en la
Basílica de San Pedro. El Santo Padre ha recordado que la misión de Jesús,
culminada con el don del Espíritu Santo, tenía esta finalidad esencial:
“restablecer nuestra relación con el Padre, destruida por el pecado”;
“apartarnos de la condición de huérfanos y restituirnos a la de hijos”. Y
así, ha asegurado que “la paternidad de Dios se reaviva en nosotros a través
de la obra redentora de Cristo y del don del Espíritu Santo”.